6/8/16

(02) Mercados Populares en una "Economía de Mercado".

¿Son las Redes Sociales de Trueque antisistémicas?
Estas redes surgen en sociedades atrasadas y en medio del capitalismo desarrollado, por tanto los recursos materiales y los conocimientos y destrezas mismas del trabajo han sido o deben ser adquiridas en buena medida en dicho sistema, hoy día globalizado.
Acceder a ellos requiere dinero de curso legal, pues el sistema capitalista no admite el trueque como forma de intercambio reconocido institucionalmente. 


Esto supone que los miembros de una red de trueque participan activamente en el mercado capitalista, para obtener la mayor parte de los bienes de consumo y de producción que no pueden encontrar dentro de la red; así como las tecnologías de producción, transporte y comunicación.
Participan de dos sistemas de relaciones y valores, aparentemente contradictorios: los de la competencia del mercado capitalista, y los de la comunidad de trueque definidos, a priori, como  de solidaridad y acuerdo consciente y voluntario. 

¿Es posible que ambos sistemas coexistan? 
¿El mercado capitalista fagocitará al mercado del trueque en cuanto se recupere la capacidad de compra de los colectivos excluidos?


En la medida que constituyen un complemento marginal, y no la única vía posible para acceder a bienes y servicios por medio del trabajo, las comunidades de trueque deben ampliar continuamente la gama de bienes y servicios ofrecidos y el número de participantes en la red, para ser una alternativa viable y permanente a la satisfacción de las necesidades que caracterizan una sociedad urbana marcada por formas de consumo pasivas y poco reflexivas. 

Esa ampliación cualitativa (especialmente en lo ofrecido y potenciando un consumo reflexivo y activo) y cuantitativa, requiere superar el intercambio “cara a cara” entre poseedores de bienes mutuamente deseados y supone utilizar formas de dinero no oficial, de circulación limitada a los miembros de la red (sólo aceptable en transacciones dentro de la red para mantenerse en la alegalidad) y de puntos de encuentro para realizar las transacciones directas e indirectas.
El mercado de trueque a escala reducida surge de convicciones éticas, no sólo o principalmente de la necesidad.

Los "excluidos" se acercan al trueque al perder el acceso normal al trabajo/ingresos para obtener productos para satisfacer las necesidades vía consumo tradicional. 
Como resultado de la falta de demanda de su fuerza de trabajo, o de los productos o servicios que producían por cuenta propia o ajena; faltan recursos monetarios a un sector, más o menos amplio de la población. 

Las capacidades están allí (aunque a menudo no se perciben como tales, pues partimos de un alto grado de especialización productiva e ignoramos nuestras propias competencias), y también las necesidades insatisfechas. 
Hay que relacionarlas, por ejemplo, mediante la producción para el propio consumo individual y generando, a partir de ahí, un mercado comunitario segmentado territorialmente. 
El éxito parcial de estas redes puede llevar al reconocimiento por parte del sistema (un municipio por ejemplo) de esta moneda como unidad de intercambio local, lo cual implica introducir controles o acuerdos externos sobre su emisión, su respaldo, etc, anclando aún más firmemente a esa red, al mercado.

Cuando es aceptada institucionalmente la moneda social, se comienza a perder la autonomía de regulación de las transacciones y la supuesta equidad de las relaciones de intercambio. 

Esto es bueno cuando el objetivo es reincorporar, a corto o medio plazo, a los excluidos. 
No tanto si el objetivo es preservar a la comunidad de trueque de los valores y de la presión de las fuerzas del mercado capitalista.
Un mercado es una red de intercambio principalmente material, pero es también una red de intercambio de símbolos, ideas y afectos. 
Las redes de trueque, en su fase más incipiente surgen de la motivación “moral” y el contenido simbólico es mucho más fuerte que el valor material, lo que se refleja incluso en el tipo de productos intercambiados (artesanos, ecológicos, alternativos, etc.). 

Esto supone, a menudo, una barrera de entrada para productores y consumidores impulsados directamente por la necesidad económica.

Bibliografía:
LAS REDES DE TRUEQUE COMO INSTITUCIÓN DE LA ECONOMÍA POPULAR (1998)  José Luis Coraggio


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