13/8/16

(04) Emprendedores y redes de trueque y economía social.

La red de trueque puede ser campo de pruebas para emprendedores, antes de iniciarse en el "mercado de verdad" competitivo y formal.
Para evitar esta y otras intrusiones de los valores y prácticas del mercado capitalista en la red, se ponen "barreras morales" de entrada, pero todos sus miembros participan al mismo tiempo del sistema común de relaciones y de reglas del juego impuesto cultural e institucionalmente.

Debe reconocerse y aceptarse esta contradicción, regulando colectivamente la interacción de ambos modelos, y el papel de la red de trueque en la transición de algunos "prosumidores" a emprendedores.
La información y la formación en gestión de empresas a escala básica, puede dar una perspectiva más amplia a la hora de tomar la decisión de montar un "negocio" (Ver abajo el extracto de un artículo más amplio de Vozpopuli sobre las dificultades administrativas del emprendimiento).

La comunidad de trueque es un buen "juego de rol" de emprendedores, en el que no se corren grandes riesgos y donde se puede aprender sobre la marcha; desarrollando o fortaleciendo capacidades mercantiles, para luego ingresar al mercado capitalista con una baja tasa de “mortalidad empresarial”.
Las consecuencias de los errores son mínimas, y la transición y acumulación de experiencia y capital pueden ser progresivas y controladas, con posibilidad de marcha atrás.

De vender bisutería en mercadillos artesanos y populares, podemos pasar a montar una pequeña tienda, dándonos de alta como autónomos y manteniendo nuestra participación en mercados.
Si somos unos genios podemos llegar a crear una cadena de tiendas con empleados, franquicias, etc.
Si como tantos otros fracasamos, y tenemos que volver a la casilla de salida, habremos aprendido una lección y sólo perdido la inversión en el local y las cotizaciones, pues podemos vender la mercancía sin pérdidas significativas, lo que no siempre ocurre así.
Como el entorno económico es incierto cabe, o bien refugiarse en zonas de seguridad relativa, o bien aprender a sobrevivir, participando activamente en el mercado capitalista, reduciendo las incertidumbres que pueden afectar a nuestro modelo de negocio.
No es necesario incorporar los valores negativos del mercado para lograr sobrevivir en esta fase.
El salto desde la comunidad de trueque al pequeño negocio, no supone una ruptura total con los criterios éticos defendidos, siempre que la escala de producción y comercialización sean bajas.

A partir de las comunidades de trueque, centradas inicialmente en el intercambio de trabajos y productos preexistentes y desplazados del mercado capitalista, se pueden generar nuevos productos y servicios, que se demandan y hacen posibles dentro de un sistema de economía alternativa ... hasta que su éxito relativo los impulse al sistema de mercado, por la vía regulatoria.

Las comunidades de trueque pueden ser muy dinámicas si son abiertas y saben identificar y atender la demanda social insatisfecha de los colectivos empobrecidos y de los comprometidos.
El umbral de entrada (volumen de recursos requeridos y condiciones que se exigen para poder participar) es muy bajo, lo que permite que continuamente entren nuevos prosumidores con sus productos y servicios.
La barrera de entrada está más en identificarse como prosumidor, no limitado exclusivamente por nuestro perfil o currículum profesional anterior.
Una vez interactuando dentro de la comunidad, los costos de salida son bajos, como consecuencia del bajo nivel de inversión fija, lo que facilita que reduzcan su participación o salgan aquellos participantes que encuentre otras alternativas de inserción laboral o empresarial (no es incompatible, si no frecuente, participar de los dos sistemas).

El bajo nivel de inversión fija limita, en principio, el tipo de actividades que se pueden realizar y tecnologías que se pueden utilizar, y de algún modo las necesidades que se pueden satisfacer.
Pero el bajo nivel de inversión fija a nivel micro (individual) no implica que no pueda haberlo cooperativo o para la red en su conjunto, a través de inversiones colectivas en productos y servicios más complejos y en elementos de apoyo al conjunto de los participantes.
La innovación, en esta escala básica, está más vinculada a las capacidades de los trabajadores que a la utilización del conocimiento encarnado en máquinas complejas y caras; cuando el propio sistema capitalista ofrece alternativas productivas y tecnológicas a medida, sólo imposibilitadas por las trabas burocráticas e impositivas de la administración.

Debemos innovar en el modelo de la red y en su divulgación.

Las ventajas de participar en redes de trueque es que se puede comprender mejor la interdependencia, las consecuencias indeseadas de las propias acciones económico-empresariales a pequeña escala (a quién se compra y a qué precios, que se produce y donde y como se vende, etc). 
Los valores recuperados por las redes de trueque, en muchos casos van en línea con las mejores opciones de innovación planteadas en el sistema empresarial, y con las propuestas asociadas al ecologismo y a su concepto de eficiencia sostenible.
Se reducen costes no productivos: trámites administrativos, impuestos, propaganda, intermediación, interés, pérdida o desvalorización de stocks, el desperdicio de los envases, etc.
Se aprende a atender más que a manipular a la demanda al mantener un vínculo directo (cara a cara) con los consumidores.
De hecho, se aplica un régimen de producción casi a medida y en el momento.
Se sitúa al trabajador en el centro del sistema productivo "artesanal" y creativo.
En la ideología de las comunidades de trueque como objetivamente no se puede acumular "capital", a menos que las redes se complejicen, se supone que no se quiere, ni se requiere, acumular.

Pero la acumulación es una condición para la innovación, individual y colectiva de la red.
La innovación de este modelo está asociada a la escala, no sólo de las unidades de prosumidores sino de la red misma; y para ello es preciso emprender campañas institucionales que atraigan a ciudadanos actualmente marginados del sistema empresarial regulado, redefiniendo el desideratum de lo pequeño y controlable mediante relaciones cara a cara, sin perder sus virtudes éticas y comerciales.

Un elemento fundamental del dinamismo de estas comunidades está en su propio sentido inicial: vincular producción y consumo donde el leit motiv debe venir a la vez de la producción (el aliciente para activar capacidades personales excluidas del sistema empresarial) y del consumo (satisfacer necesidades relegadas por la falta de ingresos o de oferta efectiva accesible). 
Asumidas satisfactoriamente ambas identidades (como productor y como consumidor), es frustrante ver  limitada la variedad y cantidad de productos y servicios ofertados y demandados.

En ausencia de un mecanismo que dinamice la producción y la creatividad, las comunidades de trueque se estancarían como alternativa "complementaria" al modelo general excluyente.
La comunidad de trueque debe ser parte activa e imprescindible de la vida social y económica de sus miembros, con grados variables de integración y compromiso voluntario.

La sostenibilidad práctica de una red local supone integrar o desarrollar centros y redes de investigación tecnológica y organizativa, sistemas de aprendizaje colectivo que alienten la creación y permitan la difusión de nuevas formas de producción, circulación y consumo.

Extracto de: La gran estafa legislativa que impide a la gente ganarse la vida. Vozpopuli

En España, a cada intento de realizar una actividad económica corresponde una interminable lista de disparates administrativos. El delirio ha alcanzado tales cotas que, a la sombra de las prolijas normativas municipales, han florecido empresas concertadas que, por un buen dinero, “ayudan” al atribulado emprendedor a desenmarañar la madeja normativa, a conocer cómo y cuándo -y a qué coste administrativo- podrá abrir su peluquería, panadería, taller, tienda, despacho o garito. Nada mejor que el desglose de las tarifas de estos conseguidores para hacerse idea del absurdo. Algún malpensado podría llegar a la conclusión de que se ha legalizado aquello que antaño llamaban “mordida”. Para el legislador no hay peces pequeños, incluso la actividad lucrativa realizada en la propia vivienda está sujeta a inescrutables normativas. Y qué decir del “práctico” manual de Hacienda para cumplimentar la declaración de IVA: 12 páginas de retorcida jerigonza leguleya que deprimirían al más entusiasta aficionado a la hermenéutica o a la resolución de jeroglíficos.

La hiperregulación restringe la libre entrada a la actividad económica para que unos pocos privilegiados puedan operar sin apenas competencia, obteniendo enormes beneficios de mercados cautivos que comparten con los políticos a través de comisiones, regalos, puestos en el consejo de administración.
Las normas o requisitos deben ser enrevesados y ambiguos para permitir cierto grado de discrecionalidad a la hora de conceder permisos y licencias.
El fenómeno es tan antiguo que ya fue señalado por el historiador romano Cornelio Tácito: "Corruptissima re-publica, plurimae leges" (cuanto más corrupto es un país más leyes tiene).
Regulación del Mercado. Índice escala de 0 a 6 de menos a más restrictivo. España (en color rojo) siempre a la cabeza en barreras, trabas, licencias y permisos. Fuente: OCDE 2013.

Desgraciadamente, esta estrategia está muy extendida por todas las administraciones españolas. Mientras la oligarquía política y económica se enriquece, la gente corriente experimenta enormes dificultades para encontrar trabajo o desarrollar una actividad económica. Muchos conciudadanos quedan atrapados en el círculo de la pobreza; condenados a vivir del subsidio o trampear en la economía sumergida. Cada vez que los costes de entrada en el mercado se incrementan un 10%, la densidad de empresas desciende un 1%,  con efectos devastadores  para la competencia, la productividad, la innovación y, sobre todo, el empleo. Las consecuencias son todavía más graves en el caso español por la cantidad y disparidad de disposiciones: más de cien mil leyes, normas y regulaciones que ocupan… ¡1.250.000 páginas en el BOE y otras 800.000 en los boletines de las Comunidades Autónomas!*

8/8/16

(03) Eficiencia y competitividad de la redes de economía social.

Dado el pragmatismo predominante, es probable que el motivo individual para participar en la red de trueque no sea aceptar los valores que la definen, sino resolver las propias necesidades mediante el intercambio de su producción particular, al margen de las regulaciones restrictivas del sistema. 
Los valores y procedimientos de la red se aceptan como condición para participar, aunque puedan asumirse "a posteriori" por parte de los nuevos adherentes, pero conviene distinguir ambos aspectos a la hora de analizar su evolución.

Las redes de "Economía Social" pueden evaluarse según criterios clásicos de eficiencia y competitividad, ponderando los aspectos particulares "antieconómicos" que las caracteriza.
Se intercambian productos y servicios, que se "fabrican", transportan y venden (en cuanto se utiliza una moneda) en un mercado físico (Mercados Tradicionales y Populares o de trueque) o virtual.


El coste de este proceso se descompone en partes diferenciadas según diversos criterios, pero simplificando mucho analizaremos los siguientes, a título de ejemplo: 

1.- Coste monetario de mercado: de bienes y servicios insumidos que se deben obtener en el mercado mediante dinero oficial. 
Muy difícil de imputar al incluir recursos que en cualquier caso "necesitamos y tenemos" para vivir: la vivienda reconvertida en taller, herramientas de bricolaje doméstico usadas en nuestra producción artesana, el coche particular que utilizamos para transportar mercancías hasta el punto de venta, etc.
En el mejor de los casos imputamos una parte aproximada de gasto suplementario en electricidad, teléfono o gasolina. 
Más fácil resulta asignar el coste de los materiales comprados directamente para fabricar la mercancía final; si hacemos bisutería gran parte del material y las herramientas específicas se adquieren en comercios especializados.
Lo mismo puede decirse si hacemos jabón artesano de "diseño cosmético" con aceites y productos generalmente importados.
Si recurrimos al aceite reciclado, grasas animales y a plantas autóctonas y de acceso libre, el coste de materias primas se reduce significativamente (sólo la sosa y puede sustituirse por hidróxido de potasio extraído de la ceniza de madera, aunque con un consumo de tiempo significativo).
En cuanto a otras materias primas "casi" gratis podemos disponer de frutas de temporada (por ejemplo manzanas en Asturias) transformables en repostería natural y artesana (valor añadido por nosotros) con utensilios de cocina de uso común.

2.- Coste comunitario: de bienes y servicios insumidos que se pueden obtener en la red de trueque mediante crédito (que a su vez pueden descomponerse en tiempo de trabajo e insumos, utilizados para producir los bienes o servicios que generaron dicho crédito)
Dependerá de la variedad de productos ofertados y de su utilidad directa para nuestra actividad, o de que se establezca algún tipo de división del trabajo (por ejemplo separar producción, transporte y venta en mercados).

3.- Coste en trabajo directo: empleado en elaborar el producto. 
Incluido el empleado en obtener las materias primas.
Identificando las distintas fases de la elaboración, hasta tener el bien puesto en el mercado (envasado y etiquetado, aunque sean rudimentarios, puede considerarse el punto final de esta elaboración).

4.- Coste de transporte: Desde el lugar de producción hasta el punto de venta.
Si se vende en "fábrica" hay que imputar el tiempo de atención a los clientes; que pueden pagar mediante trueque, moneda social o moneda oficial, según sus preferencias y las nuestras (prácticamente nadie pone reparos a la moneda oficial pues, en última instancia, sirve para obtener una parte fundamental de nuestros insumos, y productos de consumo básicos que no están en la red).
Si debemos transportarlo hasta el cliente o el mercado, podemos imputar el gasto originado a los productos vendidos a raíz de ese porte (para decidir si nos resulta rentable en sí misma) o al conjunto de lo vendido en un periodo dado.

5.- Coste de comercialización: En el punto de venta (mercados tradicionales o de trueque, grupos de consumo).
En el caso típico de un mercado tradicional suele haber un precio de participación, y debemos permanecer durante una serie de horas.
Después de montar el puesto (que tiene un coste en sí mismo a atribuir según el uso dado en su vida útil, salvo que lo aporten los organizadores) habrá periodos de mayor o menor venta que puede rentabilizarse elaborando producto "in situ" como demostración o reclamo, o estableciendo lazos de amistad y colaboración con otros artesanos presentes.
De la diferencia entre la caja final y los gastos imputados obtenemos el resultado del día (siempre que no usemos el dinero de caja para gastos ajenos al mercado, como alimentos y bebidas consumidas).


Descontados los gastos atribuibles a la comercialización, incluido el precio final del producto comercializado; dividimos el resultado por las horas empleadas en desplazamientos y venta, y tenemos la ganancia por hora de la actividad en esa jornada.

En términos de rentabilidad económica el resultado suele ser ridículo, pero si dispones de tiempo, no productivo en otra tarea, cualquier cantidad resulta aceptable, si la necesitas para reproducir tu fuerza de trabajo (para comer).


¿Cómo valorar los productos vendidos en el mercado capitalista? 
La eficiencia del mercado capitalista se mide en términos del precio al cual se puede vender un producto y recuperar el capital invertido, más una ganancia suficiente para garantizar la sostenibilidad en el tiempo, y más el beneficio necesario para crecer y eliminar a la competencia, hasta donde los límites legales permitan. 
Pero se trata de no confundir valor y precio, desde la perspectiva del consumidor y del mercado capitalista.
El valor de uso (objetivo y subjetivo) de un producto dado para el cliente sólo se relaciona indirectamente con el precio, que surge del coste de producción y la oferta y la demanda orientada por la necesidad y la publicidad.

Un producto pierde "valor" en el mercado nada más pasar a las manos del consumidor que, para su hipotética reventa, debería bajar el precio automáticamente, y de manera creciente en función del tiempo de posesión y uso.

Hablamos del mercado de "segunda mano" regulado por el sistema, pero que puede integrarse fácilmente en el modelo de trueque.

El criterio de eficiencia de la economía del trueque es distinto en cuanto ignora o minimiza algunos costes y añade valor de uso y simbólico a su producción artesana y no alienada, no repercutiendolo en el precio para poder competir, sino considerándolo como parte del "beneficio" obtenido. 

Si hay que vender a precios por debajo de los costes imputados. 
¿Qué ventaja económica reporta la economía social o de trueque? 

La eficiencia en la red de trueque se mide por el tiempo de trabajo total necesario para satisfacer necesidades materiales y morales no satisfechas en el mercado formal, con el que existe una capilaridad evidente. 

En cierta medida, la capacidad de permanencia de estas comunidades, está fundada en la no imputación de parte de los costos de trabajo, siempre que se obtengan los ingresos monetarios marginales necesarios, para mantener el trabajo y los valores desplegados dentro de la comunidad de trueque. 
Es una forma de “autoexplotación” de resistencia a la estructura de explotación capitalista, más que una absurda estrategia de explotarse a sí mismo ineficazmente. 

Para algunos miembros, al menos en la teoría, los valores que se defienden son contraculturales y "antisistema" y muy excluyentes de los "excluidos" por la crisis, que buscan en la red una salida temporal, hasta una hipotética mejora económica personal. 

Para otros, el trueque frena el consumismo estéril y la obsolescencia programada, así como defiende la naturaleza desde postulados más o menos radicales. 
Esto se relaciona con el carácter elemental de los bienes y servicios que se pueden consumir en la red lo que, mal explicado, se interpreta como que entrar a esta comunidad implica renunciar al consumo no elemental dentro de ella (no a una renuncia ascética)

La entrada a la red de colectivos vulnerables, es causada por la urgencia de satisfacer necesidades materiales básicas, como forma subsidiaria al consumo integrado en el mercado capitalista; su adhesión, en consecuencia, debe ser paulatina; mediante la educación económica elemental, pero aceptando por su parte las reglas básicas, no necesariamente los valores, de la comunidad. 

Pretender fomentar la austeridad, manteniendo la red voluntariamente a nivel elemental es peligroso, porque si faltan productos considerados en la cultura urbana como de primera necesidad, los sujetos más dinámicos tienden a salir de la red en cuanto pueden. 
En la misma línea, la poca oferta de productos variados puede llevar a que los miembros restrinjan su propia contribución de productos o servicios o bien a que tiendan a “comprar lo que haya”, para no acumular "moneda" sin valor real. 

Estas comunidades se forman en general por miembros de las clases medias, amenazados o victimas de algún tipo de exclusión, con un capital cultural y organizativo que pueden poner al servicio de un proyecto de esta naturaleza (invirtiendo tiempo y entusiasmo)

En un momento dado se pueden integrar sectores pobres, sin suficientes recursos económicos para sobrevivir en el mercado formal, pero con capacidades para producir e intercambiar bienes y servicios entre ellos; no así para poner en marcha una estructura de esta naturaleza, más allá de la solidaridad y el intercambio familiar y de vecindad ocasional y espontáneo. 


¿Cómo extender estas prácticas de red a esos sectores? 
Es necesario estructurar propuestas, orientadas a colectivos de pobreza relativa (absoluta en su entorno social), en base a iniciativas colectivas para comunidades social y culturalmente heterogéneas, pero territorialmente próximas (por ejemplo en el ámbito municipal) y no creando segmentos diferenciados que se ignoran mutuamente, confundiendo caridad institucionalizada con solidaridad. 
Ejemplificando y educando en la identificación de bienes y capacidades que pueden tener "valor de uso" para otros y "valor de cambio" para nosotros que los poseemos: equipos electrónicos en desuso, ropa infantil, excedentes de huerta, aceite usado reciclable, etc, ofertados en un Mercado Popular y en redes sociales sin más coste que el tiempo invertido en la venta, y con el valor añadido de la interacción social con nuestros vecinos.
Fomentando un sistema de valores dirigido a reforzar la unidad familiar extensa, la reciprocidad del intercambio, la ayuda mutua, el trabajo colaborativo, etc, en competencia con otros valores propios del mercado capitalista que no desaparecen: el individualismo, la competencia y la explotación de la comunidad y el territorio (personas y naturaleza)

insumo.  Real Academia Española © Todos los derechos reservados
De insumir.
1. m. Econ. Conjunto de elementos que toman parte en la producción de otros bienes.

6/8/16

(02) Mercados Populares en una "Economía de Mercado".

¿Son las Redes Sociales de Trueque antisistémicas?
Estas redes surgen en sociedades atrasadas y en medio del capitalismo desarrollado, por tanto los recursos materiales y los conocimientos y destrezas mismas del trabajo han sido o deben ser adquiridas en buena medida en dicho sistema, hoy día globalizado.
Acceder a ellos requiere dinero de curso legal, pues el sistema capitalista no admite el trueque como forma de intercambio reconocido institucionalmente. 


Esto supone que los miembros de una red de trueque participan activamente en el mercado capitalista, para obtener la mayor parte de los bienes de consumo y de producción que no pueden encontrar dentro de la red; así como las tecnologías de producción, transporte y comunicación.
Participan de dos sistemas de relaciones y valores, aparentemente contradictorios: los de la competencia del mercado capitalista, y los de la comunidad de trueque definidos, a priori, como  de solidaridad y acuerdo consciente y voluntario. 

¿Es posible que ambos sistemas coexistan? 
¿El mercado capitalista fagocitará al mercado del trueque en cuanto se recupere la capacidad de compra de los colectivos excluidos?


En la medida que constituyen un complemento marginal, y no la única vía posible para acceder a bienes y servicios por medio del trabajo, las comunidades de trueque deben ampliar continuamente la gama de bienes y servicios ofrecidos y el número de participantes en la red, para ser una alternativa viable y permanente a la satisfacción de las necesidades que caracterizan una sociedad urbana marcada por formas de consumo pasivas y poco reflexivas. 

Esa ampliación cualitativa (especialmente en lo ofrecido y potenciando un consumo reflexivo y activo) y cuantitativa, requiere superar el intercambio “cara a cara” entre poseedores de bienes mutuamente deseados y supone utilizar formas de dinero no oficial, de circulación limitada a los miembros de la red (sólo aceptable en transacciones dentro de la red para mantenerse en la alegalidad) y de puntos de encuentro para realizar las transacciones directas e indirectas.
El mercado de trueque a escala reducida surge de convicciones éticas, no sólo o principalmente de la necesidad.

Los "excluidos" se acercan al trueque al perder el acceso normal al trabajo/ingresos para obtener productos para satisfacer las necesidades vía consumo tradicional. 
Como resultado de la falta de demanda de su fuerza de trabajo, o de los productos o servicios que producían por cuenta propia o ajena; faltan recursos monetarios a un sector, más o menos amplio de la población. 

Las capacidades están allí (aunque a menudo no se perciben como tales, pues partimos de un alto grado de especialización productiva e ignoramos nuestras propias competencias), y también las necesidades insatisfechas. 
Hay que relacionarlas, por ejemplo, mediante la producción para el propio consumo individual y generando, a partir de ahí, un mercado comunitario segmentado territorialmente. 
El éxito parcial de estas redes puede llevar al reconocimiento por parte del sistema (un municipio por ejemplo) de esta moneda como unidad de intercambio local, lo cual implica introducir controles o acuerdos externos sobre su emisión, su respaldo, etc, anclando aún más firmemente a esa red, al mercado.

Cuando es aceptada institucionalmente la moneda social, se comienza a perder la autonomía de regulación de las transacciones y la supuesta equidad de las relaciones de intercambio. 

Esto es bueno cuando el objetivo es reincorporar, a corto o medio plazo, a los excluidos. 
No tanto si el objetivo es preservar a la comunidad de trueque de los valores y de la presión de las fuerzas del mercado capitalista.
Un mercado es una red de intercambio principalmente material, pero es también una red de intercambio de símbolos, ideas y afectos. 
Las redes de trueque, en su fase más incipiente surgen de la motivación “moral” y el contenido simbólico es mucho más fuerte que el valor material, lo que se refleja incluso en el tipo de productos intercambiados (artesanos, ecológicos, alternativos, etc.). 

Esto supone, a menudo, una barrera de entrada para productores y consumidores impulsados directamente por la necesidad económica.

Bibliografía:
LAS REDES DE TRUEQUE COMO INSTITUCIÓN DE LA ECONOMÍA POPULAR (1998)  José Luis Coraggio


5/8/16

JABON EUCALIPTO, LAVANDA, ALOE Y CAÑAMO

Hacer jabón con aceite reciclado, margarina vegetal y jabón líquido de lavanda y cáñamo.
Fundir con oleato de hierbas (romero, eucalipto)
aloe
cera de abejas
cera color verde.


ROMERO
Para pieles grasas y con acné. 
Propiedades antiséptica y astringente. 
Antioxidante, combate el envejecimiento de la piel de manera natural y saludable.  
Reduce la caspa.
Para la higiene íntima.
Alivia llagas e inflamaciones.  


EUCALIPTO
Antiséptico, tratamiento de afecciones de la piel, como heridas, cortes y arañazos.
Tratamiento del acné, reduce las espinillas, los granos y barros.

Tratamiento de las manchas de la piel.

ALOE
Regenera la dermis y la mantiene sana e hidratada.
Actúa como crema hidratante.
Trata el acné.
Combate el envejecimiento y disminuye la visibilidad de las estrías.


El aceite de cáñamo es rico en ácidos grasos esenciales, como el ácido linoléico, que posee propiedades antiinflamatorias. 
Mejora la apariencia de la piel y evita su deshidratación. 
Está especialmente recomendado para el cuidado de las pieles irritadas y dañadas.


CERA DE ABEJAS
Cuidado de todo tipo de piel, en especial las más secas y sensibles, hidrata y nutre en profundidad. 

4/8/16

(01) Resurgimiento de los "Mercados Populares" en una "Economía de Mercado".

La economía de mercado en la que se intercambian mercancías (en sentido amplio) por dinero es un sistema centrado en el capital, que conecta las necesidades de los miembros de la sociedad con las decisiones de la producción; en busca de un beneficio económico y la acumulación y reproducción del capital productivo, de la manera más eficiente posible ... según los economistas liberales. 



¿Por qué surgen experiencias de regreso al trueque?
Los trueques ocasionales son frecuentes, aún en las sociedades capitalistas más avanzadas; siendo su pequeña escala y su marco local elementos característicos.


El trueque se populariza y extiende en las crisis en que el dinero deja de funcionar (en general por su ausencia) para acceder a los bienes y servicios más básicos que, sin embargo, existen en la comunidad.
Es entonces cuando se recurre al cambio directo de productos.
El ejemplo más típico es cuando se produce una subida brutal y constante de los precios.
Otro factor desencadenante es el incremento de los impuestos al consumo (indirectos) en los productos básicos.
Territorial o sectorialmente puede asociarse a reconversiones-deslocalizaciones productivas que dejan sin ingresos monetarios de forma "brusca" a todo el entramado social organizado en torno a esa industria predominante: carbón, siderurgia, naval, textil, etc.
Amplios sectores localizados de la población quedan fuera del mercado capitalista por no tener ingresos monetarios, pero poseen recursos productivos (materias primas, fuerza de trabajo cualificada, medios de producción) con los que pueden producir bienes o servicios capaces de satisfacer necesidades; pero que no son competitivos en el mercado capitalista  regulado (por su calidad no estandarizada, su precio más alto, la irregularidad de su producción, etc.) o bienes durables de consumo usados (vivienda, vehículos, electrodomésticos, equipos informáticos, etc.).
Si a lo anterior añadimos el acceso minifundista a la tierra de labor, tenemos los elementos necesarios para una economía de trueque comunitaria, o de Red local, o virtual gracias a internet. 

El sistema basado en el capital necesita, paradójicamente, "destruir" capital productivo y social para incrementar sus beneficios, a costa de las comunidades sobre las que se asienta mediante:
- El cierre de empresas y el abandono o destrucción de sus instalaciones y maquinaria.
- La obsolescencia programada de los bienes de consumo más duraderos y el consumismo compulsivo que convierten en "basura" productos útiles y en funcionamiento.
- La segmentación social entre colectivos con poder adquisitivo (funcionarios, pensionistas, profesionales, etc) y la gran masa de trabajadores, autónomos, parados, pequeños comerciantes que lo pierden rápidamente. 
- El abandono del medio rural y sus pueblos en beneficio del monocultivo latifundista en manos de grandes empresas (cereales para biocombustibles, eucalipto para papel, etc) y de la concentración urbana, para sostener el negocio de la construcción, entre otros.


El trueque como modelo alternativo.
De operaciones individuales y ocasionales de trueque se puede pasar a redes de personas o comunidades que se organizan para intercambiar sistemáticamente bienes y servicios, en base a sus necesidades y capacidades recíprocas.
Constituyendo así verdaderos "mercados locales” donde se encuentran los poseedores de distintas "mercancías" que no requieren del dinero legal para el intercambio de sus trabajos o posesiones; pues al entregar su producto, inmediatamente obtienen a cambio otro que consideran de valor equivalente, de forma directa o mediante una "moneda alternativa".
La eficiencia de estos mercados convierten a algunos participantes en lo que se ha denominado "prosumidor"
Prosumidor: Productor-Consumidor.
(No es exclusivo del trueque)

Definición de Prosumo 
Actividad que agrega valor a un producto, material en estado natural, servicio o al conocimiento en sí mismo, o bien, que sirve de soporte a nivel biológico y sistémico para la existencia de actividades remuneradas (por ejemplo el trabajo en el hogar o el voluntariado). Aunque en principio no implica una transacción monetaria, puede medirse su precio en relación a su oferta en el mercado (en caso de existir), lo que implica que esta actividad puede pasar también a la economía monetaria, en cuyo caso deja de ser prosumo.


Cuando las transacciones en estos mercados paralelos se vuelven frecuentes y diversas, los términos del intercambio suelen fijarse a partir de la valoración de las horas de trabajo; de manera homogénea (independientemente del precio oficial) o ponderada (por aproximación a los precios oficiales), por acuerdo entre los participantes individuales de la red o su núcleo organizador incipiente. 

Esas relaciones suelen estar reguladas por normas compartidas de justicia o de solidaridad entre los miembros de esa comunidad de intercambio. 

Para el despegue y asentamiento de estas comunidades falta el reconocimiento social, expresado como demanda, de las capacidades productivas de las personas o grupos excluidos del mercado formal, en la mayoría de los casos por un exceso de regulación que ejerce de barrera de entrada.

Bibliografía:

LAS REDES DE TRUEQUE COMO INSTITUCIÓN DE LA ECONOMÍA POPULAR (1998)  José Luis Coraggio